Xabier Sánchez Duro | Divulgación y Comunicación Gastronómica
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El blog de Xabier Sánchez Duro

Una ventana a la gastronomía, en general.
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Cuando tu afición es tu pasión, tu trabajo y una necesidad fisiológica

14/7/2020

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Cada vez que me preguntan a qué me dedico y cuáles son mis aficiones
Muchos hemos soñado alguna vez con hacer de nuestra afición una actividad remunerada, poder vivir de ello. La utopía que nos inculcan los jugadores de fútbol, emprendedores 'exitosos' y esos anuncios de Facebook que en el fondo no son más que cortinas de humo que esconde algún oscuro secreto.

Vivir de tu hobby, a menudo, supone un importante sacrificio: despojar del carácter de afición a esa actividad que en un futuro esperas que sea remunerada. En muchas ocasiones, quiénes se han aventurado a trasladar el ocio al ámbito laboral han acabado por sentirse saturados, agobiados e incluso han dejado de percibir esa satisfacción que supone trabajar de lo que amas.

Cuando, además, tu afición y trabajo se trata de una necesidad fisiológica como es mi caso, el nudo se complica todavía aún más. Soy cocinero de formación y profesión, me dedico principalmente a la divulgación gastronómica y la comunicación para restaurantes y empresas del sector hostelero. El hecho de cocinar me ayuda a distraer la mente y deshacerme de esos largos días que nos atormentan. Hablo, leo sobre y hago gastronomía. A todo ello hay que añadirle el extraño capricho del cuerpo de alimentarse y nutrirse. ¿Cómo hago para no saturarme cuando mi vida gira en torno a la cocina y la comida 24/7?

¿Cómo evitar saturarse cuando tu pasión se convierte en tu trabajo?

Lo primero de todo es tener en cuenta que un hobby es algo que hacemos porque nos gusta, nos relaja y divierte. Es esa válvula de escape para los interminables días en los que nos sentimos sobrepasados. O esa afición a la que nos dedicamos las pocas horas libres del día o el fin de semana. El hecho de llevar tu afición al ámbito laboral supone pasar de tener un hobby y un trabajo a tener solamente una cosa: trabajo; pudiendo desembocar en la fatalidad de sentirse saturado y agobiado.
  1. Organízate: Si eres como yo y crees que tus días necesitan 28 horas para llegar a todo, siento decirte que estamos muy equivocados. A menudo la saturación deriva de un exceso de trabajo. Uno de los cientos de peligros de convertir tu afición en trabajo es que haces desaparecer esa fina línea que separa la obligación del placer. Establecer ciertos límites, un horario laboral y separar las actividades que van a administrarte placer de las que resultan una responsabilidad es el primer paso para evitar el síndrome de 'burnout'.
  2. Dedícate al menos 24 horas: Mi caso particular es el de trabajar 6 días a la semana. Cuando no estoy en el restaurante estoy llevando la comunicación de algunos, comiendo en otros o escribiendo de ellos y todo lo que rodea al sector hostelero y la cultura gastronómica en general. Los lunes son mi día, y trabajar está prohibido. Dedica tiempo a esas pequeñas cosas que no aportan absolutamente nada productivo a tu día. Deja la mente en blanco. Haz yoga, cocina, escucha música, escápate y canta a pleno pulmón en el coche o ve a comprobar si los ciempiés tienen en realidad cien pies o es otra de esas estratagemas de nuestra lengua para confundirnos.
  3. Detecta esa tarea que te está saturando y evita la procrastinación: A menudo toca enfrentarnos a ciertas tareas que nos suponen un esfuerzo apoteósico. Cuando derivamos la responsabilidad de esa tarea a decenas de pequeñas labores que únicamente van a retrasar más su ejecución, estamos procrastinando y va a derivar en un mayor estrés emocional e incluso ambiental. Cuando al finalizar el día me doy cuenta de que mi productividad se ha visto afectada, dedico media hora a escribir en un papel lo que he hecho y dejado de hacer a lo largo de la jornada, detecto esa tarea que me está suponiendo un esfuerzo extra y la programo para ser la primera que complete al día siguiente.
  4. Decir 'no' es también una opción: Cuando tus ingresos empiezan a depender únicamente de ti, parece que la palabra 'no' desaparezca de nuestro vocabulario. Aprender a ser asertivos y rechazar aquellos trabajos que no van a aportarnos nada más allá de los beneficios económicos directos, a menudo, nos otorga otros tantos beneficios que van a afectar positivamente a nuestra motivación y productividad, además de valor a nuestra marca personal que acabará por traducirse en mayores beneficios económicos en un futuro. A veces esperar es la clave.
  5. No dejes de formarte: una de las principales herramientas de promoción que utilizo para mi marca personal es la contínua formación. Ser curioso, estudiar y formarte 'sin parar' no sólo nos enriquece emocionalmente, sino también como personas. Encontramos y desarrollamos nuevas capacidades y aptitudes enfocadas en nuestro ámbito laboral que se traducen en motivación, energía, fluidez y productividad. Por otro lado, formarse no tiene por qué estar únicamente enfocado a trabajar más y mejor, también puede ser ese pequeño momento de relax que dedicamos a nuestro desarrollo personal: un idioma, clases de danza, música...

¿Cómo detectar la saturación?

Detectar una sobrecarga laboral o emocional no es excesivamente complicado. Cuando nuestro trabajo deja de gustarnos, dedicamos excesivo tiempo a la procrastinación y empezamos a descuidar no sólo los ámbitos laborales, sino también los personales como la higiene o la imagen que damos de nosotros mismos, son claros indicios de que algo está yendo mal.

El resultado final de una sobrecarga es siempre el mismo: el desequilibrio de una balanza, esa sensación de que ya no puedes más. Es posible que empieces a padecer de cansancio crónico, te sientas continuamente somnoliento e incluso empieces a dormir mal, sueñes con el trabajo o tengas pesadillas. El cuerpo deja de descansar y entra en un estado de alarma permanente.

El estrés derivado de la ansiedad producida por el síndrome de 'burnout' o sobresaturación puede ir más allá de que acabes odiando aquello que antes amabas. Las defensas bajan, enfermas con mayor facilidad e incluso que en las analíticas se vea reflejado en una disminución de valores como el hierro o los glóbulos blancos.
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